FUERA DE SÍ/ NACHA NEWBALL
Al vivir la experiencia de ser
cuidador de adultos mayores, me ha quedado rondando en la cabeza cómo preparar
o como buscar un camino hacia transformar mi estilo de vida para que, enfermedades
como el Parkinson, Alzheimer o diabetes, no tengan impacto en mis días.
Todas estas enfermedades son
crónicas y degenerativas, traen en sí mismas, cambios significativos en el
comportamiento, unas porque van paulatinamente mermando la movilidad del cuerpo
y otras actúan en el pensamiento y la estabilidad mental. Todas influyen en lo
que es el ser humano y lo transforman en alguien desconocido que toma
diferentes conductas, acciones y decisiones o dice cosas que muchas veces
hieren en lo profundo del corazón.
Llegar a una edad que suma siete,
ocho y más lustros, es asumir un reto increíble de fortaleza corporal y de
fuerza mental, más allá de esto se ubica la fuerza para no dejarse llevar por
las consecuencias de cada enfermedad que, para los que no las padecen es un
plus, un activo considerable llegar en la plena salud a los 90 o 100, con
movilidad y claridad mental.
Hoy, que lucho con la
paciencia que me acompaña para superar la atención de mis ancianos, siento que el
manejo de ellos para el cuidador va más allá de lo que regala a diario a su ser
querido, del duelo que se hace al verlo fuera de sí y al cansancio que trae
consigo lidiar una persona que, por demás es diferente a la que durante toda
nuestra vida conocimos.
La preparación para la vejez es
un gran paso a prevenir lo prevenible, entre el manejo de factores de riesgo y
consideración de los estilos de vida y hábitos diarios. Leer, escribir, suman,
adicional que acostumbrarse a una dieta saludable y el estar apercibido que la
etapa es una realidad que nos trae cambios y consecuencias del uso y abuso.
Dentro de cada uno hay un “fuera de sí” que se puede controlar.
¡No hay que perder el tiempo!
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