TOCAR EL ALMA / NACHA NEWBALL
Tocar el alma al expresar una necesidad sentida es, llegar al
cielo del interlocutor, es alcanzar lo más íntimo de las fibras internas del
ser y mover el corazón solo con palabras, gestos o detalles. Se toca el alma
cuando se habla de vulnerabilidad y, con lenguaje sencillo y directo, se genera
un vacío que es copado con esperanza, amor o ilusión, haciendo la provisión de
lo que se pide.
Detectar una necesidad y expresar la solidaridad es mover la
empatía de su zona de confort y ponerla a trabajar para lograr una reacción que
alivie, es calzar los zapatos del otro y buscar la viabilidad de la provisión
del satisfactor o de la solución al necesitado. Ser humano, es considerar que,
en algún momento de la vida, se va a sentir lo que otro padece, siente o
experimenta. Es suspirar cuando la angustia por saber de la necesidad de otro
agobia, es pensar una y mil veces que pasa si se vive la misma experiencia de
vida o si de alguna forma se enfrenta a tal o cual necesidad.
Esa sensación mueve a dar, donar y regalar, se siente bien
ser parte de la solución.
Tocar el alma es humanizar la condición que la rutina se ha
llevado y sentir que hay posibilidad de caer y resbalar, lo que es peor, de no
volver a levantarse.
Cuando se toca el alma, quizá, la capacidad de reacción ante
un dolor o una deficiencia, no deja pensar siquiera que, el discurso es una
estafa. Ha pasado, se da con la certeza de la bondad y se recibe de vuelta una
respuesta cargada de maldad.
La esencia humana debe blindarse de la mala intención, los
buenos son más, por eso la necesidad de reproducir valores que disminuyan la
brecha que se ha construido con bases ilógicas.
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