POLO A TIERRA/ NACHA NEWBALL
El día a día va restando tiempo y ganas, es posible que algunos expresen que no les alcanzan las 24 horas para hacer tanto y cuando sobran minutos, el cuerpo sueña con el descanso.
El reloj camina con la misma prisa, en su estilo, la espera es un siglo, la felicidad es un instante, absoluto y relativo, se esfuma en todo caso.
Lo efímero del tiempo y su paso por la vida lo colocan en un lugar de privilegio. En el mismo orden, los sucesos, buenos y malos que se abren paso en la historia, cada uno individual y único. Enfocar el camino es el ideal del destino, entre polos positivos y negativos, elegir es de sabios, lograr un equilibrio entre uno y otro lo logra la experiencia, el aprendizaje y la forma como se transforma el ser hacia las respuestas a cada acción del entorno o el interior. Ahí, el ser, juega un rol preponderante, escoger el polo al cual atraer lo que se quiere, lo que agrada y despierta las ganas de vivir.
Felicidad o tristeza...
Los días pasan, la felicidad se vuelve un oasis, en medio del desierto o, pequeño caos en el que se desarrolla la vida, es una pelusa que vaga en el aire mientras unas manos pretenden atajarla. Conquistarla es un reto.
John Lubbock, nos deja una frase que, puede sonar cliché, "La felicidad es algo que se practica, como el violín", esto indica que esta en cada decisión, en el conjunto de experiencias y saberes que se acumulan en la vida diaria los que dan la posibilidad de enrutar hacia donde escoger posarse, la orilla por la cual andar.
la tristeza y la alegría, son senderos que pueden ir en paralelo, mientras, decidir lleva a enfocar el rumbo, ese es, el verdadero polo a tierra.
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