SIEMPRE LOS LLEVARÉ EN EL CORAZÓN - Dra. Catalina Gutiérrez Zuluaga/ NACHA NEWBALL
“Siempre los llevaré en el corazón”, es una frase contundente
escrita en una hoja en blanco, su autora es la Dra. Catalina Gutiérrez Zuluaga,
quién, con una letra muy legible, en un corto mensaje, deja dicho a sus compañeros,
Residentes de Cirugía de una prestigiosa universidad, adiós. Este mensaje está acompañado
de otra frase no menos corta: “Ustedes sí pueden”.
En apariencia, se puede pensar que es un mensaje de grado,
motivador o de alguna forma una despedida. Al leer la nota, conmueve lo escrito
y sin tener a mano el contexto, si hay que escoger una opción, sería algo que
incentiva a seguir en un camino que, por demás es escabroso. Buscando el trasfondo
de la misiva, me encontré con algo desgarrador, la autora murió, sin mayor
detalle que esto, presuntamente la presión inigualable de estar cursando una
residencia médica y muchas situaciones que de ahí se derivan, como la exigencia
académica, el trato poco digno y la dedicación absoluta a la construcción de
una especialidad, rebosa su salud mental y la lleva al extremo de tomar una decisión
adversa.
¿Cuántos como la Dra. Catalina?
El mundo actual, hace presión sobre los habitantes que van y
vienen en el proceso de aprendizaje, se exige, no solo por la gran cantidad de
material para preparar sino tambien por la calidad con que se debe prestar un
servicio, se presiona en la sociedad para marcar el ritmo de una carrera que
amerita la concentración y muchas horas de estudio, se encajona a la mujer
sobre todo tipo de acciones que debe cumplir como madre, esposa, novia,
estudiante y profesional. Se abusa, cuando se está en un punto superior de
dominio, pues se asume que el “mayor” tiene preponderancia en las decisiones y
puede “ordenar”, “mandar” y “decidir” sobre los de menos edad o experiencia.
Perseguir los sueños implica sacrificios, no solo personales,
tambien están los económicos, los culturales, sociales y los emocionales que
son casi invaluables. La ansiedad que se produce ante el incumplimiento por
lograr un poco mas de sueño o por asistir a un evento familiar, solo los valúa
quien lo vive. Horas y horas de trasnocho para aprender y salvar vidas,
mientras se pone en riesgo la propia, en su estabilidad y perdida de la paz y
la tranquilidad, son tan extremas que hacen débiles a la escucha o percepción
de un grito de auxilio, ese que debe generar un cambio en quienes persiguen una
perfección inexistente.
En el corazón de Catalina, quizá sin latir y en la eternidad,
no queda nada, pero en aquellos que sin pretenderlo guiaron su decisión, con
seguridad si tienen conciencia, ella vivirá para siempre.
Paz en su tumba.
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