LA LUZ SE APAGA CUANDO SE TIENE QUE APAGAR/ NACHA NEWBALL

 

No sé la hora, solo sé que al ver la dificultad en su respiración y la piel caliente, más que el café que tomaba, son señales suficientes para saber que algo pasa, sus ojos perdidos en el horizonte, en la esfera en la que ha vivido por mucho tiempo suenan apagados, su voz es mas que un lamento, un llanto fresco de un niño con aliento y yo, con el desespero de la falta de oxigeno en su cuerpo corro de un lado a otro buscando tomar la oximetría.

 

-        - Está dañado este aparato, ¿Cómo puedes tener 50 de saturación?

 

Intento las veces que puedo, hago  lo que puedo hacer desde mi limitada acción.

 

-        - La temperatura está en 39 , la saturación oscila entre 70 y 88, es inestable, parece inflar un globo con su pecho, se le hace difícil tanto respirar como decir qué se siente, solo  se queja. - Estas son mis palabras para la médico del servicio de ambulancia, que sin desespero, sabiendo lo crítica de la situación pide apoyo.

 

-      -   Necesito ya una ambulancia, tengo una paciente que va a intermedios.

Sus ojos expresan la preocupación que quiere ocultar, toma su portátil y escribe las ordenes médicas, mientras su auxiliar desconecta cada cable a prisa, hay otro llamado cerca.

 

Los minutos se vuelven eternos en la espera de una solución, ahí entiendo esto,  la espera de la ambulancia es eterna, pasan quizá unos 10 minutos y a mi parecer son más de 10 horas.

 

En la ambulancia, no se lo que es el estrés de ir a una alta velocidad, más me preocupa llevar a mano la cedula, un saco para el intenso frio de la urgencia y los paños por si hay un accidente fisiológico. Ni siquiera siendo la llegada a la clínica, el grito del conductor de la ambulancia me trae de nuevo a la escena de un hospital en el que ya había estado hace mas de tres meses, casi en la misma situación

 

Al bajar a mi madre, ya dejó de ser mía.

 

Todos corren de un lado a otro, los cables la inundan en un ajetreo constante, ella luce inerme, fría, vacía, solo miro sus ojos que se inmovilizan frente a la acción en la habitación.

 

-        - Canalice la vena, ponga oxigeno, haga electro, tome laboratorios, ponga el medicamento, prepare la mascara de alto flujo.

Mientras todos corren yo, permanezco congelada en la escena, con un morral grande  y una bolsa llena de los por si acaso, los paños húmedos, paños desechables, crema anti escara, crema humectante, guantes de látex, agua, papel higiénico, la gran toalla, cobija y el saco de lana. Interrumpo a todo el que pasa, soy un estorbo en un momento que se hace crítico.

 

-        - Señora, la del morral…

 

En cámara lenta miro a quien me llama.

 

-        - ¿Dígame?

 

Detrás del tapabocas muerdo mis labios tan fuerte como puedo, me duele la zona maxilar, he estado mordiendo mis dientes tanto que ya no puedo articular palabra o morder sin que me suene la articulación. Mis ojos denotan la ansiedad que produce la cercanía de la muerte, ella danza en mi mente y yo trato de esquivarla, no quiero pensar que el desenlace sea este.

 

El médico, de poca experiencia, se dirige a mi con un tinte circunspecto, cabizbajo, no puede sostener la mirada, ante los hechos mi corazón galopa como desbocado, se paraliza en un minuto con la pregunta que este hombre me hace:

 

-      -   ¿Es su madre?

 

Asiento con prontitud.

 

-        - Acompáñeme por favor.

 

Miro hacia atrás, veo a mi madre tirada en una camilla, es un manojo de mangueritas de colores, parecen guirnaldas  en su cuerpo desnudo. Inmóvil , semi inconsciente.

 

Caminamos por un pasillo frío, de unos seis metros, para mi unos 10 kilómetros. Al llegar me dice, tome asiento, yo no sentía mi corazón latir, ni logro ver la pantalla del computador ni escucho lo que me dice.

 

-       -  ¿Está bien? – Me pregunta aquel joven tomando mi brazo. Reacciono un poco, pienso respondiendo con la cabeza afirmativamente.

 

Con el paso de los días, recuerdo una y otra vez esa escena, cuando al sentarme en ese lugar se viene la película de mi vida, desde cuando conozco a mi madre y cuánto hemos pasado. Toda la vida, desde sus entrañas, aunque parezca una mentira, nunca pensé en estar en un momento tan crítico, enfrentarme con la cercanía de una despedida que será inevitable ,  me ha marcado profundamente.

 

No dije nada, no pensé nada el resto de los días en los que todo fue una  agonía. 

Su deterioro neurológico no da espacio a mejoras en su situación de salud, su fuerza la ha mantenido, tanto que en su avanzado estado de Alzheimer se ha comunicado asertivamente con los ojos, las manos y la voz, dando a todos una lección esperanzadora en confiar en la valentía de una mujer que estuvo a portas de morir sin poder decir si quiera cuales eran sus malestares y luego de unos diez días de una luz que titila y quiere apagarse, hoy se ha mostrado en el esplendor mas grato.

 

Concluyo que … la luz se apaga en su tiempo, ni un día mas ni uno menos, todo sucede en su momento.






 

 

 

 

Comentarios

Lidia Corcione dijo…
Una historia de amor y dolor y realidad inevitable♥️❤️♥️❤️♥️
CHARLY LARROA dijo…
Muchas gracias. Te quedo madre. Soy Charly Larroa. Felicidades amiga
TatiB dijo…
Difícil momento en el que solo el amor que profesamos hacia ser que yace enfermo y la fe en Dios nos inspira la confianza y la esperanza de su mejoría o si es su voluntad, de una partida en paz, sin dolor físico y en donde su corazón sienta la compañía nuestra; que en medio de su aislamiento producido por su enfermedad, sepa cuánto se le ama, que puede estar tranquila y segura de que cumplió a cabalidad la tarea encomendada en el plano terrenal y de esa forma ha hecho un buen camino hacia ese hogar glorioso, en el que en algún momento nos hemos de encontrar. ❤️
Anónimo dijo…
Hermoso y tan real relato. Tienes un corazón grande y valioso Nacha. Solo faltó decir: “Señor, hágase en mi tu voluntad”. Un abrazo Nacha.
Loi dijo…
Leyendo tus líneas, me regresaste a los instantes y momentos vividos con mis padres, con ambos por diferencia de días Vivi estos momentos que relatas y me devuelves, hoy aun con 5 meses de la partida de papá y 2 meses de la partida de mama, la nostalgia me invade cada instante cada mañana cada medio día cada tarde cada noche, …. Me regocija los recuerdos mis recuerdos con ellos , agradezco siempre al universo a Dios por haberme regalado su compañía por 93 años , gracias Nacha tu historia es mi historia también. A mis viejos gracias por tanto por todo los 💗💝🤍
Anónimo dijo…
Ley de Vida, todos partiremos pero sólo en el tiempo y bajo los designios del Señor🙏🏽
Anónimo dijo…
Es un momento tan difícil que uno no quiere vivir ni tampoco le deseamos a otra persona que lo viva, siempre queremos tener a nuestra madre en buena salud, que nos sonría, tenerla cerca, escuchar su voz, compartir con ella lo más que se pueda,darle gracias a Dios porque hay una luz que nos ilumina. LC
Anónimo dijo…
Duro pero real.
Vivir para morir.
Que al final podamos partir dejando huellas de amor y satisfacción del deber cumplido ante Dios y ante los hombres.
Que el amor sea nuestro equipaje y motivación!
Cuando partamos sea un gozo haber vivido.
Siempre dolerá verlos apagarse habiendolos visto como soles y lunas radiantes.
Vi a tus Padres brillar, sonreír y dar amor y amistad.
Guardaré las mejores versiones de ellos.



Giovanna dijo…
Muy bien texto.
La triste realidad.
Anónimo dijo…
Excelente trabajo 👏 👍 💪

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