PASOS A LA LIBERTAD / NACHA NEWBALL
Sentir el amor dentro del pecho, es dejar revolotear las mariposas en tu estómago y que ellas en la posesión de este lugar hagan lo que sea por mostrarte feliz, en su mejor forma hacer una alabanza al amor es dar un lugar para sentir muchas cosas adornadas con la expectativa ideal de estar en el paraíso, es gozar en compañía de la persona amada y dejar que el brillo de los ojos nos produzca esa especie de ceguera, esto nos domina, tan locamente, que podemos hasta convertir defectos en cualidades.
Sentir esa sensación de amar nos pone en el punto de construir las locuras mas descabelladas en medio de las cuales aguantamos y nuestro entorno, llámese familia o comunidad, es cómplice de todo lo real e irreal que se construye en el castillo del amor. De esta relación puede generarse lo bueno y lo malo, baila a veces la frustración del desamor, el desaliento que nace cuando nos topamos con un mundo que no es para nada rosa y con ello la lluvia de los reclamos, las agresiones y la cantaleta aquella con la que nos dicen repetitivamente lo que se han guardado para listarlo en momentos de mal estar, rabia e ira. Ello se hace acompañar de agresión (golpes, humillaciones o acciones innecesarias de “matoneo”) y en veces quienes están alrededor de la relación es posible que perciban y callen.
Muchos consejos van de la mano de apegarse al maltrato, aunque suene ilógico y tonto, aguantar hasta que el daño se vuelque a la rutina y se haga una costumbre, innecesaria, de sentir el dolor diario de un desprecio, una mala cara o un dolor, solidarios con el maltratador que no siempre es un hombre, hay mujeres que también maltratan.
Las voces de nuestro alrededor dicen “aguanta”, “eso no es nada” o “si lo dejas me voy a morir”
¿Por qué callar?
¿Por qué aceptar?
¿Por qué no decir hasta aquí?
¿Para qué aceptamos golpes físicos o verbales?
Son preguntas que surgen cuando
sientes frustración ante hechos que producen en el interior un lamento al ver
que mujeres que son grandes por sus logros, han caminado mucho trayecto conservando para sí experiencias y aprendizajes, y se vuelven tan pequeñas al
no dar el primer paso a la libertad de su ser y a engrandecer su autoestima que ha sido disminuida por aquellos que se apoyan en golpes y malos tratos, sus palabras no solo ofenden, lastiman , producen una sensación amarga
en lo mas profundo del alma.
Hoy, llamo la atención a aquellas que en algún momento se han sentido vulneradas y vulnerables y que no han dado el paso que merecen dar no por dejar a su pareja sino por encontrarse a si mismas y ser fuerte en su necesidad de serlo. Dar el paso adelante es arrebatar al mundo un triunfo que se vive en carne propia cuando el maltratado dice ¡No más!
Vamos, se puede, da el primer
paso a tu libertad.
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