¿ES QUE NO ME VEN O NO ME OYEN?/ NACHA NEWBALL

 


 

Esta pregunta, en mi ciudad trae a la memoria un pregón que hace algunos años nos hacía gritar:

-        ¡Griega!

Éstas son unas galletas tipo oblea que venden en las calles y que eran ofrecidas por un vendedor que gritaba a todo pulmón:

 

-        ¿Es que no me ven o no me oyen?

Y hoy lo traigo a mi blog porque al parecer eso nos vamos volviendo con la vejez, traemos con nosotros una especie de invisibilidad que puede ser maliciosa y perjudicial hasta para aquellos que tenemos la autoestima bien puesta. Hace unos días llevé a mi papá a una consulta, la médico que me atendió de unos treinta años me preguntaba los pormenores de la salud de mi papá, algunas cosas él las contestaba, aun asi, ella no se dirigía a él. En un momento me preguntó:

-        ¿Tu papá sabe por qué vino a consulta?

El la miró perplejo y un silencio se apoderó de él, tal vez porque la parecía imposible de pensar que ella lo viera como una especie de ente, que estaba ahí solo para respirar y hacer presencia, una especie de convocado de piedra y creo que me sentí muy incomoda al sentir lo que sucedía con la doctora que había evitado conectarse con mi papá, algo la limitaba.

He llegado a pensar que la lentitud al andar, las canas y la vejez que cargamos a cuesta distancia, es no solo la soledad que va absorbiéndonos en el pequeño espacio en que no están los viejos amigos o los amigos ya viejos, sino tambien la dificultad que se tiene para establecer contacto con aquellos que vemos desgastados.

La doctora, muy querida, nos hizo un cuestionario que respondía a todo el recorrido de la vida de mi papá, estuvimos aproximadamente una hora y quince minutos en ese lugar. Al final mi papá quiso guardar silencio y se quedó mudo, sobre todo cuando ella sonriendo dijo:

-        ¡Por fin terminamos! No tengo porque atenderlo en esta especialidad, vamos a dejar abierta la historia conmigo y si algo piden una cita y los atiendo de nuevo.

Los dos salimos con la misma pregunta: ¿A qué fuimos?  No entendí la razón de hacer un esfuerzo por cumplir una cita en la que se diligenció una historia que queda en las estadísticas pero a él como paciente le generó un mal estar.  

Al salir del consultorio mi papá con su acento entre costeño y creole que le caracteriza me respondió a la pregunta que le hice:

-        ¿Por qué no seguiste respondiendo a las preguntas de la doctora?

Me dijo simplemente:

-        ¡Eche! Ella que pensó ¿Que yo estoy viejo o muerto?  ¿Es que no me ve o no me oye?

Yo simplemente sonreí, lo abracé y le dije en el oído:

-        Ella se lo pierde papá tu eres grande.

En nuestro diario vivir, guardamos esos silencios con nuestros viejos, pareciera que nos da una sensación indescriptible al vernos frente a ellos y la verdad, los ancianos de la tribu son toda la sabiduría que necesitamos para andar en los caminos de la vida.

Verlos y escucharlos, amarlos y sentirlos, valorarlos y amarlos, respetarlos y no abandonarlos, debe ser el reto de una sociedad que alaba la belleza y esconde con torpeza el paso de los años.

 

-        ¿Es que no me ven o no me oyen?









Comentarios

Anónimo dijo…
Pues si ella se lo pierde su juventud no le permite ver más allá que con las personas mayores se puede aprender mucho, en la salud tratan a los pacientes como un número más para sus estadísticas se les olvida el trato humano especialmente con las personas de edad avanzada, ellos hay q darle un trato preferencial como si tratará de un ser querido como si fuera nuestro abuelo, esto desafortunadamente ya se esta perdiendo ella piensa que la juventud la va acompañar por siempre y no va a llegar a la edad de oro
Ana E dijo…
Desafortunadamente así es, gran reflexión 🙏🌻
ligia herrera dijo…
El uso de las redes sociales están bloqueando s la juventud a la comunicación oral,prefieren tipear y no miran al paciente que tienen sentado frente a ellos,es triste que el diálogo con el paciente se acabara,mejoraría la anamnesis si el paciente fuera oido;el se sentiría que expreso su pensamiento y encontró comprensión en el profesional,saldría delconsultorio satisfecho.ain cuando sus dolencias no se hallan aliviado 🤔
TatiB dijo…
Con bellas y delicadas palabras describiste una triste realidad! Pero bien lo dices...en nuestros mayores está la sabiduría y el modelo de amor y bondad que nos motiva a ser mejores personas cada día; que nos recuerda lo que algún día llegaremos a ser y desear tener el mismo amor que les prodigamos a ellos.
Dios te bendiga!

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