¿DÓNDE ESTA ESPERANZA? / NACHA NEWBALL

 

Había llegado a la finca el patrón, traía una especie de animal desvalido en el platón de la camioneta, tocaba la bocina de manera ruidosa, como si quisiera mostrar su gran alegría, la algarabía empezó a sacar a los vecinos de las casas alrededor de “La Matilda”, los perros aumentaban con la energía de sus ladridos la bulla indescifrable del momento.

Por fin todos se encuentran en la entrada de la hermosa hacienda, el portón de madera recién pintado se abre de par en par dejando ver un camino ornamentado de coralitos de colores morado, amarillo y rojo, los que aceptan en su recorrido a pequeñas mariposas, abejas y uno que otro esquivo colibrí.

Ladran los perros, son tres ejemplares bastos, enormes y bravos, ellos saltan de alegría a la llegada del amo de la casa, saben que su visita trae consigo buena y abundante comida. Los trabajadores al escuchar tanta algazara salen a ayudar, no es común que este hombre llegue emocionado y feliz, desde la pandemia había perdido a su esposa y a uno de sus hijos, por lo que la tristeza lo ha habitado por largo tiempo, parece haber cumplido con un ciclo en un tiempo en el que la alegría y el no habían convivido.

-        ¡Miren todos! He traído a “Esperanza”

Todos se asomaron en aquel frio lugar del que unas patas se estiraban cuan larga eran.

-        ¿Qué es? – replicó Luis el hijo del capataz – siendo interrumpido por Tomas- No es más que una ternera casi recién nacida- Encogió sus hombros y se fue, como si no le pareciera aquella emoción por una pequeña vaca.

Ambrosio, un hombre de mediana edad anciano por los dolores vividos, curtido en las lides del negocio de una hacienda productora de productos agrícolas, a quien nunca le había dado por traer ganado a sus predios, hoy traía la ilusión encima, vestía el sueño en su mirada y su corazón latía con “Esperanza”, como pudo la bajó solo, no quiso ayuda, el pequeño animal al incorporarse y sin pensar que era el objeto de las miradas de todos lo que se contagiaron con el alboroto que ha producido saltó a caminar tratando de reconocer aquel espacio. Parecía uno de los perros, ahora serían cuatro mascotas de aquel lugar.

“Esperanza” llegó a dar vida a un hombre que había muerto y del que solo se notaba que existía por sus respiraciones esporádicas. Al llegar a la hacienda Ambrosio gritaba con alegría: ¡Aquí estoy Esperanza! – ella sin pensarlo solo corría con los perros a recibir a su amo.

El centro de la hacienda durante muchos años fue esta vaca, que se comportaba imitando la actitud de los perros, ella parecía ladrar, era uno más.

Habían llegado a la hacienda por la sequía tiempos muy duros, el sistema de riego para sacar al menos para comer era insuficiente, nada podía cubrir la hambruna de todo el lugar y los allegados de Ambrosio nunca le tocaron el tema de hacer un sacrificio para superar la crisis a través del uso de “Esperanza”.

Una noche, la oscuridad sembró el caos, unos disparos amedrentaron a los habitantes de la hacienda, quienes incitaban a los perros a quedarse en casa, “Esperanza” lideraba la redada de aquellos animales predispuestos a defender los intereses de su amo. Pronto los animales se quedaron callados, cesaron los disparos y un silencio acompañó la noche fría, se escuchaban solo llantos de aquellos que otrora ladraban, parecían aturdidos.

Al día siguiente, luego de una noche de incertidumbre, los perros no se apartaron del portón de madera, sus ojos parecían llorar, solo gemían y rascaban con sus patas la tierra.

Ambrosio llegó como siempre a primera hora a traer el alimento, vio a lo lejos como los perros corrían, no alcanzaba a ver a “Esperanza”. Al llegar, de una vez indagó:

- ¿Dónde está “Esperanza”?

Tomás entre dientes respondió:

-        La esperanza se perdió…

Reverdece cada día con su recuerdo la verdadera esperanza, esa que nunca debe morir, esa que ve florecer las veraneras en abril y que con su luz da claridad al camino que hay que seguir.

La esperanza no es efímera, la esperanza no es de un día, de dos, la esperanza es esa motivación que en el día a día nos invita a vivir, sabiendo que cualquier día de un momento a otro vamos a partir.





Comentarios

Marty O. dijo…
Esperanza es el sentimiento que aún me acompaña después de ver partir a mi padre, la esperanza que que he puesto en Dios,la esperanza de saber que algún día me encontraré con mi padre, mi Esperanza me acompañada todos los días, y me ayuda a vivir y seguir. Gracias a Dios que cada día me regala esa Esperanza...
Gracias por compartir esta historia, imaginé cada relato.
Aura dijo…
Bueno Nacha,me hiciste llorar...la esperanza no desilusiona, es lo que nos mantiene vivos....
Gracias amiga.
Nelly Viana dijo…
La esperanza es la que nos hace levantar cada día, vivir sin ella no vivir, sin esa ilusión diaria no es vivir sino sobrevivir y eso es muy triste, se tenga la edad que se tenga. Bonita reflexión.

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