NO SON SOLO ANIMALES / NACHA NEWBALL
Hace poco comprendí que el ser humano tiene dificultades para entender, apropiarse y dar amor y derivado de ese sentimiento ser leal y fiel, y en estos días conversando con alguien que paradójicamente odia las mascotas, en especial perros y gatos, me hizo caer en cuenta de su importancia en el desarrollo emocional, corroborando el hecho lo viví en un viaje que hice de vuelta a mi ciudad, iba repleto de perros y gatos como compañía de humanos en calidad de "apoyo o soporte emocional".
Al vivir esta experiencia, me hice una pregunta casi que trivial
- ¿Qué apoyo puede darme un animalito?
La respuesta saltó casi que inmediatamente al pensar en mis dos mascotas: "Mateo Sebastián y Violeta Lucía".
Les quiero contar que éstos dos personajes llegaron a mi vida por diferentes razones.
Mateo llegó con su carnet de vacunas, su cama y un ajuar. El vino de un hogar donde le tenían cariño pero no había tiempo para atenderlo.
Violeta llegó desnutrida, sin pelo y muy temerosa, ella había sido víctima de maltrato animal y de alguna forma ella se protege cuando se siente vulnerable. No tolera que no la traten con cariño.
Lo común entre los dos es que vienen de hogares en los que ellos no tenían cabida por tiempo, disposición y quizá poco compromiso para atenderlos en el día a día. Al llegar a casa, con dos años de diferencia, se enamoraron, fue a primera vista y desde esa fecha a hoy son "pareja".
Quizá a su llegada no ha sido notorio su impacto sobre nosotros, nuestra vida y rutina que ha cambiando para todos, incluidos ellos. La mayor enseñanza recibida ha sido el valor del amor, sobre todo el amor sin limites que ellos se profesan, sobre todo cuando el uno no puede estar sin el otro, cuando uno lame al otro, cuando el uno se duerme inmediatamente se duerme el otro y si uno se enferma el otro no está tranquilo hasta verlo bien, ladrando o dándole vueltas.
se convierte casi en una historia de no creer cuando cuento que Mateo deja que Violeta sea la primera que coma su comida aun sabiendo que ella se come toda la comida, en especial la carne, ella la separa y se la come, él es un pequeño caballero que hace todo por ella, la deja para que ella reciba cariño sabiendo que a ella le gusta estar cargada y recibiendo caricias, las que él solo pide cuando las requiere, entre tanto es distante y respeta su lugar en una silla que Violeta ha tomado como propia. Mateo cuando Violeta le ladra baja la cabeza en posición sumisa... como si supiera a que sabe la "cantaleta".
Ellos tienen una rutina propia que va desde pedir el desayuno hasta hostigar cuando a quien esté en casa olvida la hora de la salida. Ellos cada uno sabe quien es su dueño y saben también cuando se les habla de castigo que consiste en hacernos los indiferentes con ellos.
Cuando alguien en casa está nostálgico ellos se acercan a mi a lamer las manos y pies, cuando hay preocupación ellos ladran descontroladamente, cuando estamos mucho tiempo en el celular ellos hacen todo lo posible por quitarnos la atención de este aparato sobre todo Violeta con su pata empuja el equipo y nos hace dejarlo por unos minutos. Su puntualidad es de reloj Suizo, a las 8 pm se meten en mi cama para que les cuente algo de mi día, Violeta que es la más dramática se hace "la muerta" para llamar la atención y pide que le cuente algo, ella y Mateo escuchan mis cuentos, los cuales son grabados para luego construir una historia con mis ocurrencias.
En los días que necesito un abrazo ellos sin yo pedírselos van a mi y se acomodan Mateo en mis pies y Viole en mi pecho. Ahí me hacen sentir algo que no puedo describir y que yo particularmente llamo "amor".
Escrito esto... creerán que para mi en momentos de pandemia y no pandemia han sido de una ayuda impresionante y alejada del bullicio acostumbrado de amigos y familia... he encontrado en mis mascotas lo que se ha perdido en mi círculo social que se ha vuelto delgado.
Así las cosas, no es locura andar con un perro por ahí humanizándolo, quizá la idea es que los humanos nos volvamos mas caninos y recuperemos el amor como verbo a conjugar en todo tiempo para adicionalmente recuperar la lealtad y fidelidad como valores de preponderancia en un mundo cada día mas lleno de egoísmo e hipocresía que de solidaridad y resiliencia.
Mis mascotas son un apoyo real porque ellos si saben amar y me han enseñado a caminar por ese sentimiento con humildad y con transparencia. ¡Los amo!
Nacha Newball Jiménez
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