EL MEJOR REGALO/ NACHA NEWBALL
En aquellos tiempos, en los previos al nacimiento de Jesús y
orientados por una estrella, los reyes magos a lomo de camello iniciaron una
aventura para lograr llegar a tiempo y presentar sus obsequios, llevaban oro,
mirra e incienso, tres regalos que, a la luz pueden tener un significado
profundo, exaltar el nacimiento del rey a través de los más preciados elementos
que se tienen a mano en esta época.
Regalar lo más costoso, no siempre es lo más significativo,
el valor del obsequio tiene su génesis en el significado y la profundidad en la
esencia del mismo, es posible que no sea lo mismo regalar un diamante que dar
un abrazo.
Se es honrados con regalos, sin que con esto se ponga un
precio o una etiqueta a lo que se recibe, a veces, se esta urgidos de un poco
de tiempo y espacio, de un hombro que ayude a desahogar el alma o a una compañía
para compartir un café, por simples que estos últimos eventos parezcan, son de
un alivio absoluto y de un valor incalculable.
Con la llegada de plataformas de ventas, es fácil
congraciarse con los familiares y amigos, al enviar presentes, presentes que,
valga la redundancia, hacen sentir la ausencia, por ser impersonales.
El punto es, buscar dar lo intangible que llevamos dentro, la
calidez del abrazo y su efecto no tiene límites en su valor y el confort que
deposita en quien da y recibe, un beso, una caricia son el oro, la mirra y el
incienso de estos días. El oro, la calidez del amor y su profundo valor, la
mirra la sensación medicinal del abrazo y la caricia, el incienso la
posibilidad que tiene el aroma de los cuerpos para transportarnos y querer
detener el tiempo.
Humanicemos nuestra presencia en la vida de cada persona
amada, apreciada y querida por cada uno de nosotros.
Obsequiar la presencia es el mejor regalo.
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